Agricultura-eco

Es un proyecto de Formación - acción enfocado en la Gestión Territorial Ecológica, a realizarse en dos eco-regiones del País: la Chiquitania y la región del Parque Nacional Amboró

La crisis alimentaria en el mundo está interrelacionada a la crisis climática, económica, ambiental, social y política, por tanto deben ser abordadas desde una perspectiva multidimensional,  donde el acelerado crecimiento de las ciudades por la migración campo – ciudad, hace más insostenible la alimentación y la vida en el planeta, donde las dificultades de resiliencia de la humanidad, los cambios tecnológicos y los avances de la ciencia moderna, parecen no resolver los problemas de pobreza y desigualdad, que hoy se ven muy claramente afectadas en la salud por la situación de la pandemia mundial del corona virus.  

La alimentación no puede abstraerse a simplemente los problemas de la producción de alimentos, por  ello, la alimentación y la salud son tratadas en esta propuesta de forma complementaria y con un enfoque transdisciplinar, participativo, de diálogo de saberes locales e inter-científico, buscando resolver a través de la agricultura urbana y periurbana agro-ecológica, la insostenibilidad de los sistemas alimentarios agroindustriales, que ponen en riesgo la salud de la población, que se hace más sensible por la falta de alimentos de calidad y la debilidad del sistema inmunológico, que en el caso de Bolivia, el sistema alimentario agroindustrial, coexiste con contradicciones y a veces complementariedades, con los sistemas alimentarios indígenas, campesinos y agroecológicos, que tienen sus orígenes en la sabiduría de las naciones indígena originaria que habitaron en estos territorios en los Andes y la Amazonía. 

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En las últimas tres décadas, en el mundo, Latinoamérica y Bolivia, los sistemas alimentarios agroindustriales, basados en el modelo de producción agrícola de la revolución verde, que surgen con más fuerza después de la segunda guerra

mundial, y en los últimos años con la introducción de transgénicos, han sido incapaces de satisfacer los requerimientos alimentarios de una población en crecimiento exponencial, con impactos negativos al medio ambiente, la seguridad y soberanía alimentaria e incrementando la pobreza y desigualdad, donde las políticas públicas municipales, nacionales e internacionales han tenido notable influencia.

Según la FAO (2019), “En las últimas décadas, la región de América Latina y el Caribe han avanzado de forma significativa en aras del ejercicio efectivo del derecho a una alimentación adecuada y de protección de la salud de todos sus habitantes. Sin embargo, el actual periodo de bajo crecimiento económico, los fenómenos climáticos, los modos no sostenibles de producción y consumo de alimentos, así como la transición demográfica, epidemiológica y nutricional, ponen en riesgo los resultados que hemos conseguido hasta la fecha. Los últimos datos disponibles sobre sub-alimentación en América Latina y el Caribe muestran un alza en los últimos cuatro años: 42,5 millones de personas padecían hambre en 2018, lo que representa un aumento de 4,5 millones de personas en comparación con los 38 millones de personas reportados en 2014”.

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Este informe de la FAO fue realizado antes de la pandemia causada por él corona virus, por tanto estos datos pueden ser mucho más alarmantes actualmente. El mismo informe de la FAO (2019) menciona que: “La inseguridad alimentaria —entendida como la interrupción parcial o total en el acceso a los alimentos— afecta a 187 millones de personas en nuestra región y se manifiesta de forma desigual en la edad adulta: casi 55 millones de hombres sufren de inseguridad alimentaria, frente a 69 millones de mujeres. Paralelamente, por cada persona que sufre hambre en América Latina y el Caribe, más de seis sufren sobrepeso u obesidad. La prevalencia del sobrepeso está aumentando en todos los grupos etarios, especialmente en adultos y en niños en edad escolar. En la actualidad, casi un cuarto de la población adulta en la región sufre de obesidad, con prevalencias más altas entre mujeres (28%) que en hombres (20%). En tanto, la prevalencia del sobrepeso en niños y niñas 

menores de 5 años, ya alcanza 7,5%, que está por encima de 5,9% mundial”. 

Los datos de la FAO antes mencionados, demuestran que el problema de la alimentación no se debe solamente a la falta de acceso a alimentos, sino también a la mala calidad de los mismos, existiendo muchos estudios que atribuyen a los sistemas alimentarios agroindustriales que son impulsados por las transnacionales de la alimentación y las farmacéuticas, como son la Monsanto y la Bayer, como los causantes de los problemas de hambre y de salud. 

Enormes masas humanas, enfrentan la sindemia relativa a la alimentación que se manifiesta por desnutrición, obesidad, cambio climático. Todo ello, 

mientras vivimos una segunda ola de urbanización que ha conducido a conflictos territoriales, al vaciamiento de los campos y a fenómenos de etnocidio. El resultado, un mundo en donde se producen más alimentos de los que se necesitan, pero no se distribuyen debidamente y por lo tanto no son accesibles a las familias. A la par que se alienta la especulación en los precios de los alimentos, se producen toneladas de comida chatarra y se pervierten los hábitos de consumo.

En medio de esta situación, las instituciones científicas se ven colonizadas por los intereses corporativos y una proporción enorme de la producción científica se encuentra cuestionada por conflictos de interés. No obstante, el camino a seguir es claro, nuestra América puede volver a ser jiwasa, nosótrica, capaz de superar el egocentrismo, el eurocentrismo, el antropocentrismo y el capitalismocentrismo. 

Desde esa perspectiva descolonizadora, se puede respetar a los ecosistemas, a las mujeres (que constituyen el 50% de la mano de obra agrícola), a las comunidades, a los consumidores y a la Tierra, pero se requiere de un nuevo canon: de ciencia decolonial, el éxodo del saber tecnocrático hacia un saber libertario, donde tengamos claro que todo parte de la biosfera, de la madre tierra, de la pacha mama. En ella se soporta la sociedad, la comunidad y solo entonces se inicia la economía, la prosperidad”.  

En esta línea, la Comunidad Pluricultural Andino Amazónica para la Sustentabilidad Alimentaria (COMPAS-Bolivia) a través de la Red para la Sustentabilidad Alimentaria y el Diálogo de Saberes para América Latina y el Caribe, han firmado un convenio de cooperación con el Instituto Técnico Atenea, para implementar un programa de formación continua intercultural en agricultura urbana y periurbana agroecológica, en el marco de la sustentabilidad alimentaria y los sistemas alimentarios sustentables. 

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A partir del convenio de cooperación entre COMPAS-Bolivia y el Instituto Tecnológico Atenea, se participará como miembro de la Red Glocal para la Sustentabilidad Alimentaria y el Diálogo de Saberes para América Latina y el Caribe que coordina COMPAS-Bolivia y en el que participan 840 Miembros: 433 Universidades, 89 de Instituciones públicas, 61 Instituciones privadas, 83 Organizaciones sociales, 174 Otras instituciones. 

Las alianzas estratégicas y convenios serán fundamentales realizarlas con los GAMs donde se ha de realizar el programa de formación, en la perspectiva de incidir en que la agricultura urbana y periurbana agroecológica sea considerada en los PTDIs y los programas de educación municipal que se oferten en la perspectiva de garantizar la seguridad, soberanía alimentaria y la sustentabilidad alimentaria. También las alianzas y convenios con los GAMs promoverán acciones pilotos para la transformación de la sustentabilidad alimentaria y gestionaran fondos públicos o de la cooperación internacional.   

El enfoque asumido para el diseño e implementación de la propuesta formativa es la Transdisciplinariedad, el Diálogo de Saberes Locales e Intercientífico.

En la red glocal existen experiencias importantes principalmente en agroecología, agricultura urbana y periurbana agroecológica, seguridad y soberanía alimentaria, que pueden aportar en desarrollo de programas de formación considerando actores estratégicos de la red a socios institucionales por país: universidades, ONGs, gobiernos locales y sociedades científicas latinoamericanas relacionadas con el tema alimentario, de seguridad y soberanía alimentaria, redes establecidas con temáticas complementarias, así como otros actores que tengan interés y experiencias en la evaluación de la sustentabilidad alimentaria.